Capítulo 2
“Volando dormido y soñando despierto dulce sensación que
me hace recordar lo que hace tiempo termino, ¿qué
hacer? cuando un día despiertas y descubres que se cayó en lo
que creías y tú no existías, mirada pérdida mientras comienza
el recuento de los recuerdos y pensar si seguimos cuerdos”
“Estuvo frente a mí todo este
tiempo, florido y grande como un campo, de la ironía esto es un ejemplo, de la
estupidez un templo, todo le da un toque de suspenso a este momento tenso,
voces del más allá que me hablan de las penas que cargan, susurros de conocidos
que están esparcidos en versos simulados, gritos lejanos de amigos que son
enemigos en cielos nublados, miedos que hacen a personas ser patéticas como
gusanos, son ideas de personas que se creen vencidas viéndose translucidas a través
de las barreras, llueve la sangre de las víctimas del oportunismo y la
traición, todas forjadas por una mala decisión, no se trata de una fatalidad,
las venas en mis brazos que se marcan son un signo de esfuerzo, retorcido, por
eso se resaltan, para no dejarme olvidar… la indecisión que te paraliza como
cemento, todo por esta ilusión, son acciones rápidas sin premeditación, intensas,
movidas por sentimientos impulsivos”
Sin premeditación... 05-09-09
Y así fue como un día o una noche, volví a mi apartamento, tomé mis
cosas e hice maletas, aunque, realmente no tenía muchas, había vendido o
regalado la mayoría poco tiempo antes, una de esas noches donde creí que no
necesitaría nada el resto de mi vida, a veces, solo a veces pierdo el control y
recuerdo que soy humano… con el poco dinero que me quedaba compré un boleto al
primer destino que vi, no tenía idea de que pretendía hacer, vi un flayer
ofreciendo un lugar para descubrir, ¿qué mejor que descubrir? descubrir signos
de vida en mí, y lo hice, lo compré, realmente no me interesaba a donde iría,
cualquier lugar sería bueno para empezar de nuevo. ¿Qué buscaba? en realidad,
no lo sabía, seguía sin saberlo, llevaba días, meses o años sin saber nada, un
día cerré los ojos, los abrí y desperté… todo en lo que creía creer desapareció
y todo lo que pensé que era se desvaneció, ¿nunca existí entonces? ¿Quién rige
lo que es real o no?, la locura que se esbozaba sutilmente desde entonces en mí,
como gotas de agua que rozan mis mejillas, ¿serán lagrimas o lluvia? y fue entonces
cuando volví a cerrar los ojos…
Era una tarde lluviosa cuando aterrizó el avión en el aeropuerto local,
me senté en una banca esperando por mi equipaje... Recordé la noche anterior a
salir, sentado en una banqueta de una calle que no conocía, solía hacer eso,
salía sin un rumbo fijo, tomaba el primer bus que pasaba, luego otro y así
terminaba sin saber dónde me encontraba, me daba tiempo para ser yo, aunque
claro está, supongo, es relativo pues no tenía idea de quién era yo, caminando llegué
a un parque y una pelota rodo a mis pies, recordé aún más facetas de mi
infancia, sonrío tanto cuando pienso en mi infancia pues solo quedan algunas
imágenes rondando mi cabeza, más de la mitad de mis recuerdos los había
incinerado y traté de esparcir las cenizas lejos, tan lejos como pudiera.
Regresé la pelota al niño y me pregunté ¿cuánto tiempo llevaba sin hablar de mi
infancia? Es que realmente no tenía nadie con quien hablarlo, al menos nadie a
quien le interesase realmente, las clásicas preguntas que se responden con
respuestas evasivas “bien”, “nada”, “no sé”, “no importa” ¿seremos todos la
sucesión de traumas en nuestras vidas?
-bonita tarde ¿no?, Dijo un anciano de voz ronca y acento extraño,
lo recuerdo bien gabardina color beige, bigote blanco, boina, quizás tendría
unos 60 años. Yo solo sonreí, no tenía interés en hablar con nadie, ¿para qué?
-Se nota que no eres de aquí, ¿de dónde vienes hijo?
Salí de mis pensamientos, suspiré y le dije “realmente no sé de
dónde vengo, ni a donde voy.”
Y así pasaron algunos segundos en silencio, mientras veía pasar a
las personas apuradas, una mujer con tacones paso corriendo, un hombre con un
traje blanco y bastón, un joven con bermudas y sandalias, entre tantos transeúntes
apurados, buscando maletas, retrasados para sus vuelos o listos para volver a
sus hogares. Siempre me ha gustado fijarme en esos detalles fuera de lugar de
donde estoy, la forma de moverse de una persona dice más que lo que intenta
aparentar al principio, gestos visuales hacen delatarse al mejor de los
mentirosos, es solo cuestión de los detalles y ser obsesivo me resultaba exacto
para esto.
-¿Sabes? esta ciudad es un lugar complicado en estos días hijo.
Sin voltear a verlo le respondí: “bueno hoy en día, cualquier lugar
es complicado señor, pero realmente necesitaba cambiar de ambiente, cualquier
lugar donde nadie me conozca, cualquier lugar para empezar de cero, cualquier
lugar para ser quien sea que quiera ser, cualquier lugar… cualquier lugar donde
pueda obtener esa libertad del borrón y cuenta nueva.”
Su respuesta fue corta y directa.
“La vida es una ruleta rusa, disparas, ganas o mueres…”
Voltee a verlo unos segundos, él sonrió, yo lo vi fijamente, no
entendía si sería un presagio de lo que vendría o un simple anciano dando
consejos a extraños, ciertamente, ahora entiendo que nada es cuestión del azar
y que por rara que parezca cada cosa sucede por una razón, en ese instante, en
ese segundo, todo sucedió como debió pasar.
-Mi vida está escrita en un libreto, algunos lo llaman destino y el
mío, supongo, está escrito a lápiz para poder ser editado a mi gusto, le
respondí
Pensándolo bien ahora, fue el primer
día y ya sucedían eventos de esa índole en el nuevo lugar, aunque realmente, siempre
me sucedían, desde antes de salir en ese vuelo, años antes ya pasaban, todas
tan fuera de lo normal, pero ¿qué es normal?, ¿Qué me dice lo que no es
normal?, y ahí estoy yo de nuevo, cuestionando todo, dudando hasta de mis dudas
y al siguiente segundo, actuando. A fin de cuentas, la vida es una montaña rusa
y yo, no sé cómo bajarme, reí, me levanté y fui por mis maletas, tomé un taxi y
le pedí que me llevara a algún hotel no muy caro, haciendo cuentas, tenía
dinero para sobrevivir un mes, así que tenía solo un días para encontrar algún
trabajo o forma para hacer dinero…
El taxista me recomendó un hotel barato, asentí y vi por la
ventana, la noche siempre ha tenido su magia, por momentos días y meses enteros
eran noches y mis noches, mis días, así era todo, contar mis visiones de la
vida durante las madrugadas, mi visión del futuro, del pasado, del presente,
solo con mi lápiz y papel, me hacía sentir mejor entenderme a mí mismo, un
payaso cínico burlándome de mi alrededor pues siempre me he sentido fuera de
sitio, todos se enfocan por banalidades tan estúpidas, sus problemas me daban
tanta lástima, tanta como la que me tengo a mí mismo… tuve y mis debilidades,
alcohol, sexo, drogas, tabaco, ¿Qué hace una máquina para sentirse humana?,
todas esas noches donde me dejaba llevar hasta un clímax, donde no hacía más
que llorar, tan solo para sentir las lágrimas rodar mis mejillas y que me
recordasen que soy humano y no una simple máquina que funciona por instinto.
El taxi era viejo, de al menos los 90’s, asientos tapizados con
tela y parches, el conductor tendría unos 40 años, en la radio sonaba Pink Floyd, era un especial de ellos,
sus mejores canciones y cada una me transportaba a un día distinto, empezó a
sonar Confortably Numb, todo empezó a
volar en mi cabeza, me vi parado en un campo no había nada más a mi alrededor
que árboles y uno que otro animal rondando el área, me acosté a la par de un
río y vi hacia el cielo, dos nubes con formas psicodélicas, todo es como lo
quiera ver y entre el estrés de mi vida y su ajetreo regular eran estas cosas
las que me hacían sentir tanta paz interior, el taxi frenó y yo regresé a la
realidad, bruscamente choqué con el contraste de realidad ¿qué sucedía?, pensé como sería tener una buena idea y ¡poom!
Ser millonario en un instante, mientras por la ventana las prostitutas en las
esquinas esperaban por clientes.
Que gran cantidad de prostitutas hay en esta área, comenté.
-¿Qué esperabas?, estamos en los suburbios, a unos 2 minutos de un motel,
lugar perfecto para estas servidoras de hombres enfermos.
¿Enfermos? –pregunté.
-Pero claro, si no fueran enfermos, no solicitarían sus servicios,
Lo vi, sonreí sin sentido y ahí murió la plática, claro está, me
fui haciendo una idea del lugar donde viviría, en la parte más “deplorable” de
la ciudad, comenzó a llover, sonaba Have
A Cigar, me sentía en una película de bajo presupuesto y pensaba ¿dónde
podría comprar cigarros para la noche?, llegué a mi destino, pagué y bajé mis
maletas, entré al motel, era un lugar de mala muerte, por fuera la fachada eran
paredes manchadas y un aspecto a que el lugar era extremadamente viejo, entré y
caminé a la recepción, golpeé 3 veces al escaparate y grité ¡Buenas Noches!,
pasaron 2 minutos cuando llegó un anciano, un gorro para frío, suéter negro
avejentado, un pantalón y zapatos bien lustrados, el dueño del lugar o quien
atendía pensé, él me vio de pies a cabeza y con un tono cortante me dijo -¿Qué
quiere?
+ Buenas noches, busco rentar un cuarto y vine a parar aquí.
-¿Cuánto tiempo estará?
+No lo sé, alrededor de un mes supongo, puede ser más, realmente no
lo sé.
-Está bien, sígame por aquí
Tomó un juego de llaves de abajo del escaparate y las guardó en su
bolsillo, caminamos por un pasillo habían puertas de ambos lados, eran de
madera vieja, algunas dañadas o mal pintadas, los números de cuarto pegados a
la pared en placas de metal oxidado, di 17 pasos hasta llegar a las gradas que
daban al segundo nivel, también de madera y hacían un sonido chillante al pisar
sobre ellas, comencé un viaje en mi mente a un momento que marcó mi vida…
Subía las gradas de mi casa y era tarde, justo cuando llegué al
cuarto de mis padres oí como se gritaban, discutían por alguna cosa, no la
recuerdo, supongo que la suprimí pero recuerdo bien como gritaban era la
primera vez que veía algo así y estaba paralizado, estuve viendo en silencio
unos minutos hasta que me notaron, me gritaron que me fuera, pregunté qué
pasaba y solo respondieron que no pasaba nada… bajé a mi habitación y no pude
dormir por un buen rato, fue la primera noche de muchas que viviría de la misma
manera, pero sin duda de las más perturbantes para mí, terminé de subir las
gradas y el sujeto giró a la izquierda, el segundo nivel era muy parecido al
primero solo que este tenía una alfombra color rojo grisáceo por el polvo, el anciano
se detuvo en la habitación 23, tomó la llave de su bolsillo, abrió la puerta y
me dijo:
“Es una habitación decente, no espere mucho, tiene cama, baño y una
mesa… si necesita algo más puede bajar”, le agradecí, tomé una copia de la
llave y mis cosas, me quedé parado en la puerta un par de segundos y luego entré
a la habitación, seguía la temática del edificio, suelo de madera, paredes de
ladrillo viejas y una mezcla de olor entre moho y polvo, estaba bien para mí de
cualquier manera no pasaría mucho tiempo aquí…
Era tarde ya y lo primero que hice fue ir a tirarme a la cama, puse
la cabeza en la almohada, quería dormir pero como muchas otras noches comencé a
pensar…
“Lo que quiero no lo deseo y lo que
deseo no lo quiero”
Tuve una visión paradisiaca y retorcida, había llegado a esta casa
en medio de un campo, un par de árboles alrededor y a lo lejos se perdía entre
el paisaje un riachuelo, busqué un lugar en medio del pasto y me acosté a ver
las nubes pasar, no había un solo ruido más que el que hacia el viento al
soplar a través de las hojas moviéndolas lentamente… sentía tanta paz, después
de unos minutos me levanté y caminé hacia la casa, abrí la puerta y entré, era
extrañamente familiar, como si hubiera vivido toda mi vida ahí, pero no
reconocía nada… tan extraño sentimiento, oí que alguien llamarme por mi nombre
y de nuevo no reconocí la voz, solo sentí esa peculiar familiaridad, di dos vueltas
sobre mí mismo, viendo hacia todos lados y todo parecía estar en un lugar
perfecto, nada fuera de sitio, las paredes pintadas de color crema, en el
comedor una mesa con un mantel blanco y 6 sillas puestas en su lugar, caminé y subí las gradas y al fondo del
pasillo había una puerta, esa puerta… fue más que notoria la recuerdo, ahora lo
recuerdo, la misma puerta que vi en mi última pesadilla, solo que ¿podría ser
que estuviera atrapado dentro de ese cuarto?, pero entonces ¿quién está ahí? Y
¿Quién soy yo? Corrí por el pasillo y cuando llegué a la puerta…
Desperté y eran las 3:14am… Tomé un cuaderno y mi lápiz, mis fieles y viejos compañeros y me
dispuse a escribir:
Murmuraba un hombre desde
lejos, al ver su reflejo en un espejo, “humo y sombras sobran en esta obra,
cobran vida mientras gastan saliva y no dan cabida a lo imposible, poco
factible para un insensible ¡Es horrible! Grita al ver su reflejo en un espejo,
sin ser racional su accionar, actuar sin pensar, el fin llega al disparar…
Balas de papel retratadas por un pincel, tinta y pintura las armas de esta
creatura, ¿quién eres que no te conozco? reconozco el rostro del olvido, perdió
los estribos, se contestó sin sentido, reía hilarante al ver su semblante, al
ver su reflejo en un espejo.”
Fue todo lo que escribí esa noche antes de volver a dormir, vi el
reloj eran las 4:41am, me volví a recostar, cerré los ojos y dormí…