lunes, 1 de abril de 2013

El Diario de un Anónimo, Capítulo 1


Capítulo 1
Habría que entender demasiadas cosas para ser sabio… yo solo soy alguien que quiere entender cómo vivir consigo mismo…

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Sueño que vuelo en un torbellino de ideas, que dan vueltas en mi mente, que me hacen sentir, un sentimiento sin igual, pude pensar que moriría sin sentir pero me demostraste que todo puede cambiar, cambiar como la vida que da vueltas, vueltas que me hacen darme cuenta que todo está conectado y que en alguna forma se vive en un mundo corroído por el poder, el poder que le dimos a unos cabrones que viven de lo que estamos pagando, hay que arrancar el problema pero el problema, el problema son las situaciones que creamos, que creamos con la mente, la mente que da vueltas en el mismo torbellino… 


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¿Cómo llegué aquí? Esa fue la pregunta que retumbaba en mi mente desde hacía horas, ¿cómo llegué aquí? Con mi sombra como único testigo leal contaré mi historia, supongo que empezaré por la mitad, contaré partes del principio, luego del final y una que otra inventada, pero solo para darle otro toque a esta historia que es mi autobiografía… ¿Quién soy yo? Verás siempre he sido complicado o me gusta complicarme o que me compliquen, y al final en cuestión de segundos ya actué, sin pensar lo que digo, diciendo lo que pienso… Fui tímido alguna vez, hace ya años, tendría quizás menos de 13 años, ha quedado atrás ya todo eso, como pasa de rápido el tiempo, no sé qué día sea, han cambiado las cosas últimamente, pareciera una gran película, con un mal guión, bajo presupuesto y mal actuada… resulta que en realidad es la realidad, mi realidad.

Vi dentro de mis bolsillos, tenía poco dinero, una cajetilla con 3 cigarros, mi celular y un cupón de descuentos de un restaurante, sonreí hilarantemente mientras sentía como las gotas de lluvia golpeaban y pasaban por mi cuerpo, vi al horizonte y me perdí en él, no sabía ni la hora, ni el día, quizás alguna vez tuve un nombre y una edad, pero eso realmente, es irrelevante, nada tenía sentido, reí sarcásticamente y me pregunté ¿hacía cuánto tiempo que estaba así?, ¿desde qué momento me perdí en ningún lugar y no logré salir?, quizás meses, quizás años o quizás, quizás siempre estuve así. Cada vez que volteaba a ver a alguien a mi alrededor lo notaba más hipócrita o estúpido, “bienvenido a esta sociedad consumista y superficial” me dije a mí mismo, donde yo soy solo uno de sus hijos bastardos, una oveja negra de este sistema, un sistema donde si no tienes dinero no eres nadie y si lo tienes eres una apariencia andando, he ahí la cultura social del materialismo, ¿qué estoy diciendo? desde que recuerdo me dije que si no iba a arreglarlo, no iba a unirme a criticarlo porque si no eres parte de la solución eres parte del problema, pero ¿cómo actuar sin terminar muerto?, ¿ser un asqueroso egoísta o acabar como un mártir? “Ve y lucha por ser alguien en esta vida” ¿y si no quiero ser “alguien” en esta vida, seguiré y terminaré siendo nadie? ¿Y si quiero pensar diferente, entonces seré un desquiciado?

Quizás mi lugar era uno de esos psiquiátricos a las afueras de la ciudad, quizás ahí es donde iba a ir a parar, sedado y con la mirada perdida, contando la misma historia una y otra y otra vez, en fin es lo que ya hago, le doy vueltas a los mismos asuntos vez tras vez intentando encontrar un detalle perdido, no habría mucha diferencia… ya estaba encerrado en las mismas cuatro paredes que yo mismo había puesto ahí, yo mismo… yo mismo…

Prendí mi primer cigarro y traté de entender, ¿Desde cuándo y en qué punto madurar y resignarme a soñar eran sinónimo?, ¿es el éxito de esta vida ser económicamente estable?, simplemente hay algo que no termina de cuadrarme en esta imagen, algo que simplemente no encaja, como una mancha de vómito gigante que arruina todo el resto de cosas… tuve un letargo que debió ser eterno, cuando regrese en mí, el cigarro se había terminado, así que supongo que fueron al menos 15 minutos metido en mi mente, perdido en tantos sucesos que pasaban frente a mis ojos.

Sumido y hundido en mi mente, soy el sujeto que se vive innovando a sí mismo, en los momentos menos oportunos y en las situaciones más tediosas, sufre una implosión y aparece una nueva forma de pensar, ¡el cambio, el cambio, el cambio, el cambio, el cambio!, he oído hablar a tantas personas tantas veces de ese tema, que podría tener 8 o 9 versiones diferentes de lo mismo y ninguna tiene sentido, ninguna tiene nada parecido a la otra más que la palabra “cambio”, y si todos hablan del “cambio”, entonces ¿Por qué nadie quiere “cambiar”? es como cuando me hablan de seguir un culto, con una mano me están invitando a unirme y con la otra me señalan donde debo depositar mi primera donación, ¿en qué punto es hipócrita la salvación?, si el santo peca siete veces y yo setenta y siete, ¿qué hacer? si sé que continuaré haciéndolo, ¿Qué es peor? Aceptar que no quiero cambiar… o sonreír y decir que haré algo, que no quiero y no haré… es hilarante pero la ignorancia te hace ser salvo al no saber nada, por eso, supongo, en esta sociedad tantas personas prefieren no saber nada de nada y vivir tranquilos, asumiendo una posición de estúpidos, como vacas al matadero sin saber que sucede alrededor, a sufrir sabiendo demasiado. La diferencia entre los animales y las personas, es sutilmente diminuta y se disminuye aún más mientras se consumen así mismos.

Pasamos de un Dios que se vuelve hombre, a hombres que se creen dioses,  “la religión es el opio del pueblo” y yo un adicto a la psicodelia del espacio tiempo irracional, me encuentro en medio de una crisis de creencias, tú sabes, de esas que te dan cuando dejas de creer en lo que está a tu alrededor, en lo que las personas te quieren hacer creer, donde dejas de seguir a un sujeto de traje y te decides a tomar tus propias decisiones, te vuelves un revolucionario por querer pensar diferente, te vuelves pecador por cuestionar y peor que ladrón por no creer en la santidad de dar un diezmo semanal, en este punto me han tachado tantas veces que ya debo estar en la lista negra del mundo, por mi forma de pensar o vestir, por verles y escupirles verdades a la cara, la sinceridad no es la mejor forma de tratar a las personas, se sienten ofendidos al no callar, cuando alguien los enfrenta, cuando alguien que no es nadie, ni tiene un nombre, un anónimo cualquiera se para y camina por su propio sendero, te vuelves un problema al no ser uno más de los demás… No estoy en contra de que las personas tengan algo con que llenar sus vacíos existenciales, estoy en contra de quienes venden la salvación a un precio económico, a un número terrenal y humano, donde mi peor pecado es pensar y mi mayor virtud es callar...

Elecciones por voluntad propia, ¿De quién es la culpa? Si no es mía ni tuya… Deje el último trabajo que tuve porque no me parecía la forma de funcionar de la misma, una empresa con bases en exprimir empleados, mientras egoístamente cada uno se encuentre bien, el resto es irrelevante… pueden matarse mientras no les afecte, no harán nada, lo sabía pero no iba a quedarme callado, estaba harto de callar, me fui ante la mirada y el silencio de todos los demás, no esperaba más de parte de ellos, la necesidad y el miedo estaban adueñados de cada uno, era comer y callar o hablar y caer a la calle, pero para mí es preferible perderlo todo por lo que yo considero que ser esclavo, “prefiero morir sonriéndole de frente a la muerte, que llorar eternamente”. Después de irme de ahí pensé en que podría hacer mientras encontraba un camino, mi camino, me dirigí a un café al final de la calle, entré y busqué lugar, una mesa en la esquina de frente a la barra, habían 6 personas en distintas mesas, la pareja de novios en una. Ella con blusa celeste y cola escuchaba y sonreía, él hablaba sin parar, en la otra, tomaba un café una mujer de unos 30 edad, vestía formal probablemente era su hora de almuerzo y en la barra tres amigos bromeaban después de la universidad, me distraje un momento con la música de fondo sonaba Sueños de Tanzú y es de esas canciones que no puedo evitar cantar en mi cabeza, me paré a ordenar lo de siempre un mocca clásico, regresé a sentarme y esperé solo observando a los demás. Oí mi nombre y era el barista que llevaba hasta mi mesa mi pedido, lo agradecí, tomé un sorbo y lo puse sobre la mesa, una mezcla de sabores con los sonidos y olores, no importaba nada más, no pensaba en nada más en realidad, eran esos pequeños espacios de paz que tanto amaba, tomé un par de tragos más y después de un rato me levanté, tomé mi mocca y caminé a casa, era un trayecto relativamente largo, pero ¿a quién le importa?, no hay prisa por llegar y si mil cosas por meditar, caminé lento hasta que llegué a mi apartamento, entré y cerré la puerta, me quité la camisa y la tiré por un lado y me tiré a dormir.

Desperté de nuevo en mi cama golpeado por los rayos de sol que atravesaban mi ventana, directos a mi rostro, ojeras en mis ojos, no había podido descansar nada, me quedé un tiempo viendo el techo, la noche se había esfumado en un abrir y cerrar de ojos, los desvelos eran frecuentes en los últimos años y aun cuando no me desvelaba no podía conciliar el sueño, era una especie de limbo permanente…

Primer día “el comienzo del final” de golpe se vino a mi mente el sueño que había tenido esa madrugada, bastante extraño, me vi en un cuarto oscuro, escuchaba el sonido de la lluvia afuera de la habitación, como si el cielo sé cayera en pedazos y se dejara hacer sentir fuertemente, por la rendija de la puerta entraba una pequeña luz, a mi alrededor paredes manchadas con garabatos, un oso de peluche en la esquina encima de una cajita de madera y nada más, me encontraba en el centro de la habitación, sentado en una silla de madera, inmóvil, me enfoqué en leer lo que decían las paredes, traté de entender lo que estas decían, observé detenidamente cada uno de los garabatos, no entendía, pero sabía que las había visto en algún lugar, tenían esa cierta familiaridad inexplicable, intenté pararme y me di cuenta que estaba amarrado a la silla, mi corazón se aceleró y comencé a desesperarme, no entendía lo que sucedía, solo oía la lluvia y los relámpagos caer fuera de la habitación como si un huracán estuviera por chocar, de repente la cerradura de la puerta se comenzó a mover como en la peor de las películas de terror y en ese momento desperté de golpe, me senté en la cama, pase mis manos por mi cara y mis ojos, busqué mi reloj eran las 3:16am, no podía sacarme las imágenes del sueño de la cabeza, una imagen de mi infancia supuse, me levanté a la cocina por un vaso de agua, me senté en el suelo y seguía procesando todo el sueño, quizás un flash back retroactivo de la metáfora que quedo guardada en mi mente y apareció en mis sueños, miedos que me atrapaban en ese cuarto que era yo mismo, una descripción de mi mente esperando abrirse a lo que está afuera, el cambio retumbaba en eco, mientras, de fondo sonaba un acetato, reí y repetí fue solo un sueño, “FUE SOLO UN SUEÑO” tan usual soñar ese tipo de cosas, tan usual como lo extraño y complicado de los días, sonreí sin mucho sentido, de regreso a mi cama, solo cerré los ojos y volví a dormir…

Hormigas, peones que se amoldan a lo que el mundo les plantea como realidad, defendiendo banderas de colores que no los representan a ellos, sino a los cerdos que buscan el bienestar propio, ¿y qué se supone que es lo que busco? Afuera el sol estaba fuerte esa mañana, un olor a incienso en mi habitación, no presté mucha atención, tomé mi encendedor, prendí el primer cigarro del día y me levanté, encendí el reproductor y puse algo de música de Björk para comenzar bien, “un nuevo comienzo” sin dinero, ni empleo y en un apartamento rentado… ahí me encontré a mí mismo, en esa situación donde la mayoría se habría quebrado, pero estaba acostumbrado a esa clase de situaciones donde ya no existe nada porque seguir, ahí es cuando hay que cerrar los ojos y seguir, estaba harto de huir y aun así siempre debía irme, no porque quisiera, sino porque no había otra opción o al menos así lo veía yo, todos piensan diferente y a todos los oí, el problema radica en que siempre me importo un bledo lo que dijesen, la diferencia entre querer y poder es hacer y yo quiero poder hacer la diferencia, salí de mi cuarto, caminé hacia la cocina, busqué algo para comer, un plato hondo, leche y cereal, me costó encontrar el cereal, un par de cajas vacías estaban aún tiradas por ahí, el desorden de mi apartamento era común, tenía otras prioridades en mi mente, caminé hacía la mesa y puse el plato sobre ella, me senté, le di un jalón a mi cigarro y me quede ido, una sensación de estrés me invadió y desapareció al sacar el humo por mi boca, fue algo parecido a un largo suspiro.

Para esta fecha, habían pasado algunos meses desde que dejé mi antigua casa y no sé cuánto tiempo desde que me alejé de todos, comenzó como uno de esos momentos de paranoia donde el fuego que iba a quemar todo, era alimentado por miedo e ilusiones creadas por mi mente, simplemente me harté y tiré todo por la borda, me decidí a mudarme, quise que al menos fuera una partida de esas que había visto en películas más de una ocasión, una nota medio escrita pegada al televisor que decía “me voy porque este no es mi lugar”, lo de quedarme sin trabajo no lo había barajado entre las opciones pero de cualquier manera no era un apartamento grande, un cuarto, un baño, una cocina pequeña pegada al comedor y un sofá en donde pretendía estaba mi sala, tres o cuatro pasos y ya estabas en otro lugar, el espacio se había acoplado a mí y yo a él, en fin no tenía muchas cosas, un par de camisas, otras prendas, una armónica la cual no sabía tocar, un bajo eléctrico, un pequeño amplificador y otras cosas tiradas por aquí y por allá, tenía un par de cuadros que había comprado a artistas callejeros, pero los amaba, arte abstracto de calle, el más puro que podía encontrar.

Salí a pensar que es lo que debía hacer, caminar sin rumbo un rato, no pensaba en nada y pensaba en todo, de golpe sé vino a mi mente la frase que lo resumía todo: "Lo que se jodió fue mi mente, porque en realidad no pasa nada, nada ha cambiado y todo está igual que siempre, menos mi mente, esa se jodió" y esa misma frase fue la idea que desencadenó la explosión y me decisión de cambiar de ambientes, clásico actuar sin pensar, solo hacerlo y lo hice...